El miércoles 20 de febrero, se conmemoraron los doscientos años
del triunfo patriota sobre el ejército realista en lo que sería la provincia de
Salta. Será feriado nacional por única vez y es seguro que brincarán los
opositores al gobierno, propenso a fomentar la haraganería, interpretan.
Manuel Belgrano, abogado, economista, traductor al
castellano de Adam Smith, improvisado general, dirigió los triunfos contra los
invasores realistas en Tucumán primero, 24 de setiembre de 1812 y la batalla de
Salta cinco meses después, en la que derrotó a su ex condiscípulo en la
Universidad de Salamanca, el general Pío Tristán. Durmieron en la misma
habitación y el criollo fue novio de una prima de su transitorio compañero.
La Asamblea del Año XIII dispuso otorgarle 40.000 pesos que
Belgrano donó para la construcción de cuatro escuelas, que solo una en el siglo
XX se construyó. Los pesquisantes de corrupciones actuales, inventadas o
ciertas, tienen para entretenerse si se introducen en la historia.
Pero además de intelectual, Manuel fue un desobediente
genial: Bernardino Rivadavia, secretario del Triunvirato le ordenó que bajara
al Río de la Plata para combatir a otro héroe: José de Artigas. Permaneció en
el norte y triunfó, gesto que imitaría José de San Martín un año y medio más
tarde. El morocho cuyo apellido lleva la calle más larga, se quedó con las
ganas de satisfacer a sus amigos los ingleses y sus socios ocasionales los
españoles. No es posible que haya olvidado que Belgrano, San Martín, Guemes y
los pueblos norteños luchaban contra los invasores realistas.
La contrarrevolución se había instaurado en algunos
políticos porteños. En esos años Gran Bretaña y España eran aliadas, en su
lucha contra Napoleón Bonaparte. Si la revolución de los patriotas no avanzaba
o se detenía, los dos imperios europeos se repartirían estas tierras. A
Belgrano se lo obligó a no usar la improvisada bandera azul y blanca, creada
por él, que sería el pabellón nacional dispuesto más adelante por la Asamblea
del Año XIII. La historia lo reconoció como fundador de nuestro pabellón.
No menos importante fue como introductor de las ideas
liberales en el Río de la Plata, entonces revolucionarias. Estudió al
fisiócrata Quesnay y Smith en Europa y propuso, a través del Telégrafo
Mercantil, primer periódico editado en Buenos Aires, la explotación de estas
tierras por la agricultura y la ganadería, aplicando la teoría fisiocrática. En
su formación académica en Europa se impregnó de los pensamientos de Rousseau,
uno de los teóricos de la Revolución Francesa, Voltaire, Montesquieu y alcanzó
a informarse de la surgencia de los socialistas utópicos. Propuso el
proteccionismo económico para preservar la producción interna de la oferta
inglesa y de su contrabando, la enseñanza libre y la libre expresión de las
ideas. Contra el absolutismo monárquico aquellas ideas se presentaban
rvolucionarias.
San Martín, Guemes y Belgrano fueron aliados e impulsaron
la Declaración de Independencia el 9 de julio de 1816, ante la reticencia de
algunos porteños, tratados con benevolencia por la historia oficial. A los
grandes comerciantes del Río de la Plata y a los primeros terratenientes les
interesó
más las relaciones comerciales e incluso el contrabando de
personas de color, en combinación con los ingleses, españoles y portugueses,
que el romanticismo revolucionario de los patriotas.
Perteneció a una familia rica, que pagó sus estudios en las
universidades de Valladolid y Salamanca, desde las cuales apreció los
contenidos de la Revolución Francesa, fundadora de la república democrática y
de los derechos humanos. Retornó a Buenos Aires y fue designado primer
secretario del Consulado e integró la Primera Junta el 25 de mayo de 1810. Con
Mariano Moreno, Monteagudo, Vieytes, estuvieron entre los más esclarecidos
revolucionarios más esclarecidos de aquella patriótica aventura.
Murió a los 50 años, en 1820 enfermo, abandonado y azotado
por la pobreza. Ignorado por las autoridades de entonces. La historia parcial
lo consagró general, quizá para que esa jerarquía taponara su condición de
patriota cívico revolucionario con ideas innovadoras para aquellos tiempos. El
homenaje del feriado le queda corto. Manuel Belgrano debe ser reestudiado.
Fue un libertador subversivo y culto.
Febrero 2013
Canono Elorza
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Agradecemos su mensaje, responderemos a la brevedad